12 enero, 2011

¿Quién contamina más?

La pregunta tiene más importancia de lo que parece, pues son muchas las investigaciones que señalan diferencias significativas. Esto muestra que todavía existen grandes desigualdades entre géneros, pero también pone de manifiesto una disparidad en los comportamientos que, según algunos expertos, debería ser tenida más en cuenta en las políticas ambientales que buscan cambiar los hábitos de consumo de la sociedad.


Uno de los estudios más completos es el realizado por Riitta Räty y Annika Carlsson-Kanyama, investigadoras del Swedish Defence Research Agency (FOI), en Estocolmo (Suecia). Este trabajo, publicado en parte en Energy Policy, compara el consumo de energía de hombres y mujeres en cuatro países europeos: Suecia, Noruega, Alemania y Grecia. Para diferenciar bien el comportamiento de uno y otro sexo, la investigación se centra sólo en el consumo de personas solteras. Lo que se analiza es el gasto de energía en el hogar y en el transporte, pero también el requerido para la elaboración de los productos comprados y los alimentos ingeridos. Además, se evalúa la influencia de factores como el vivir o no con hijos, la edad o los ingresos.

Los resultados muestran que los hombres solteros consumen de media más que las mujeres solteras en los cuatro países: en Noruega, un 6% más; en Alemania, un 8% más; en Suecia, un 22% más; y en Grecia, un 39% más. Según las investigadoras, esto se explica por el mayor nivel de gastos de los hombres, en los cuatro países europeos, pero también por diferencias en los hábitos de consumo. "Este mayor consumo de los hombres probablemente también ocurra en España, aunque lo difícil es calcular en qué medida", explica Carlsson-Kanyama.

En general, el trabajo encuentra que las mujeres, de media, gastan más energía en apartados como la ropa, la higiene, la salud, los bienes del hogar o incluso la comida. En el caso de la alimentación, la investigación sueca confirma los resultados de otros trabajos que constatan una mayor ingesta de carne en los hombres (salvo en Grecia), lo que suele tener un mayor impacto ambiental en emisiones de efecto invernadero o en alteraciones sobre el territorio. Sin embargo, aquí se imputa una incidencia más alta en gasto de energía de las mujeres de estos países por su mayor consumo de frutas y verduras. Con todo, el conjunto del gasto energético de las solteras suecas, alemanas, noruegas y griegas resulta menor que el de sus compatriotas masculinos.

Al contrario, los hombres muestran un consumo mucho más importante en dos categorías: transporte, y restaurantes, alcohol y tabaco. Si bien las diferencias de los hábitos de consumo entre géneros pueden tener una relevancia muy distinta y pueden variar entre países, para las investigadoras el desfase en el gasto de energía en el transporte resulta demasiado grande para no ser estadísticamente significativo en las cuatro naciones analizadas. Y es que los noruegos y alemanes solteros consumen un 70-80% más de energía en el transporte que las mujeres, los suecos un 100% más y los griegos un 350% más.

Este mucho mayor consumo de energía de los hombres en el transporte se corresponde también con un mayor gasto de dinero en coches. Son diversos los factores que explican esta atracción masculina por los motores. En cualquier caso, esta diferencia de género ha quedado patente en otros estudios que reflejan que, a pesar de que la mayoría de las mujeres europeas -solteras o casadas- trabajan ya fuera de casa, estas suelen realizar viajes más cortos, están más dispuestas a utilizar el transporte público y conducen menos kilómetros al año (y ello a pesar de que también realizan más viajes para satisfacer las necesidades de otros).

En el caso de la investigación sueca, cuando se analiza la edad de los solteros y solteras, se constata además que el mayor consumo de energía en transporte de los hombres se sigue reproduciendo en las generaciones más jóvenes (nacidas después de 1979). En cuanto a los hijos, no se observa una pauta general en los distintos países. En Suecia, las diferencias entre hombres y mujeres con niños se reducen (las mujeres con hijos aumentan el uso de energía para transporte), pero en Alemania ocurre justo lo contrario (los solteros alemanes con hijos realizan todavía más desplazamientos que los que no tienen).

Según las investigadoras, toda esta información puede resultar de sumo interés para promover hábitos de consumo más eficientes y el ahorro de energía. "Las políticas ambientales debería diferenciar entre géneros, en especial, las de transporte, las campañas podrían enfocarse más en los hombres para que resultasen más eficaces", incide Carlsson-Kanyama.

Esta radiografía energética coincide en gran medida con las estimaciones de las emisiones de CO2 de franceses y francesas realizadas de forma reciente por la revista ambiental de este país Terra Eco. Esta publicación calculó la huella de carbono (las emisiones generadas por el consumo) de un hombre y una mujer en Francia a lo largo de 24 horas (ver ilustración del post). Los kilogramos de CO2 (39,3 kilos al día para los hombres y 32,3 para las mujeres) pueden variar de un país a otro en función de cómo se genere la energía eléctrica (en el caso de Francia, principalmente con nucleares), por lo que no pueden tomarse como valor de referencia para España. Sin embargo, se constata de nuevo como los hombres generan una mayor huella, por dedicar más horas al transporte, al trabajo remunerado y al tiempo de ocio.

¿Significa esto que las mujeres tienen que contaminar más para conseguir igualarse con los hombres? "Debemos conseguir la equidad de géneros y reducir el consumo de energía al mismo tiempo, de otra forma el desarrollo no podrá denominarse sostenible, pero para eso habrá que cambiar algunos roles tradicionales", responde la investigadora sueca.

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